close window    english
PRONUNCIAMIENTO OFICIAL

CENSURA EN VENECIA

 

La Bienal de Venecia es una ventana para expresar al mundo un punto de vista con respecto a lo que ocurre en Venezuela, mi país de origen. La obra de un artista habla por sí sola, me resisto al juego político. Debo decir que en Venecia Venezuela tiene derecho a mostrarle al planeta lo que le pasa. El arte es un lenguaje vivo muy poderoso, aislarse y encerrarse es precisamente lo que no podemos estar haciendo voluntariamente. Por eso asumí mi presencia en Venecia como una manera de no callar ni la creación ni la realidad. El mundo no se detiene en las fronteras, y eso describe en parte también a mi obra. Por supuesto, mi decisión de participar llevaba un riesgo: que tal vez no resultara apropiada para ciertos espectadores.  La 50 Bienal de Venecia trata precisamente sobre “Sueños y Conflictos: La Dictadura del Espectador”. Irónicamente, los espectadores oficiales de la cultura la han efectivamente censurado, bajo rebuscados argumentos, y han retirado la participación oficial venezolana, para así inhibir su participación, aun después de que un jurado seleccionara la obra City Rooms en un concurso nacional para representar a Venezuela en Venecia. Primero se intentó frenar la participación de la obra bajo el argumento de la falta de presupuesto, disfraz que se cayó al aparecer los fondos privadamente.

 

Afortunadamente, la naturaleza de esta obra sobrepasa cualquier intento de censurarla. Esta Bienal es sobre la verdad de los países multiplicada por mil formas. Allí se confrontan el mundo y sus vivencias a través del arte. Es ingenuo e inútil negarse a semejante foro. El arte de Venezuela  no puede evitar ser reflejo de lo que vive. “City Rooms”, la obra que llevo a Venecia, es precisamente eso mismo, mis vivencias socio políticas durante el último año, cuando la sociedad se nos volvió un rancho y la vida una marcha. Mi propósito en Venecia es mostrar lo que nos hemos vuelto, de una manera vanguardista del arte digital, la obra original por Internet.   No se puede censurar a la red, y City Rooms está ya presente y siendo vista en Venecia y en el mundo entero a través de su site www.pedromorales.com o http://cityrooms.net o http://www.orinokia.com

 

En 1989, cuando el concepto de tecnología informática accesible para todos y en todos los escenarios humanos era algo cercano a la utopía, yo solté mis pinceles y comencé a investigar sobre la pertinencia del computador en el espacio de las artes visuales.  Nunca, desde entonces, he dejado de trabajar, y el resultado es una obra íntegra y honesta, profundamente venezolana y a  la vez universal, producto de incansable trabajo e investigación, de las cuales me siento muy orgulloso.   No hay nada más absurdo que censurar el arte.  Hay que ir a Venecia a mostrar que es con trabajo constante como podemos vencer las dificultades,  a mostrar que no somos una respuesta fácil ni mucho menos lineal o determinista. Hay que ir a Venecia a demostrar que Venezuela es mucho más que nuestro pesar, más que una solución apurada para salir del paso. Innovar es algo que no se espera de países en crisis, sumergidos como estamos en estertores y cuitas. Resulta que sí podemos crear lo que innova, y al hacerlo estamos contando una manera de la realidad, que no debe permanecer oculta. De otra forma seríamos cautivos de nosotros mismos.

 

En Venecia el mundo se verá a sí mismo a través del arte. Y no se puede callar la   realidad de Venezuela, al contrario. Aún en plena oscuridad, no se puede mirar sólo hacia adentro. Venecia tiene razones para escuchar nuestro grito, nuestra tragedia debe tener eco, a través de una obra hecha con lo mejor del mundo del que nos quieren aislar: la vanguardia informática y comunicacional. La globalización, a la vez milagro y maldición, permite que desde un país en ruinas sumido en un abismo político y cultural surja esta obra creada usando como herramienta un emblema del siglo XXI desarrollado: La Internet. Y ha sido este frente el que ha abierto una brecha en este cerco de rabia, por la cual Venezuela puede avanzar, trascendiendo a sus censores, en su afán de mostrársele al mundo como un sitio de gente moderna que no se rinde en la adversidad ni cree en el discurso del fracaso, mucho menos en ser sumisos y complacientes. Callar y rendirse no es lo que el arte debe hacer.

 

Venezuela es un país de jóvenes, que han crecido con la vanguardia tecnológica e informática en sus manos. Los jóvenes venezolanos contemplan el mundo con la tecnología como manubrio. Es a ellos a quienes este país mayormente pertenece, son ellos la luz que sostiene a Venezuela en esta hora. La obra “City Rooms” ha sido creada para los jóvenes primariamente, los que pueden recorrerla a plenitud y sin temor a transgresiones ni censuras, los que viven en la inmensidad de la comunicación sin bordes, los que aceptan que el arte es creación y libertad. El papel del arte no es nada frívolo, mucho menos acomodaticio. El contenido de una obra de arte no se puede negociar para que pegue con las cortinas de la temporada.  Por eso City Rooms estará en la 50 Bienal de Venecia, acreditada por el veredicto del proceso de selección por concurso del artista representante de Venezuela en la 50 Bienal de Venecia. Allí se conocerá cómo, a través de Internet, Venezuela puede escapar de esta redada histórica. Para eso es que hay que ir a Venecia, para proteger la dignidad de la creación artística. No a la censura en Venecia.

 

Pedro Morales

Mayo 2003

Derechos Reservados ©2003 PEDRO MORALES

close window   english